viernes, 30 de agosto de 2013

Esclavos




Casualidades de la vida o tal vez no, se me han juntado en la cabeza y quizás, aunque pueda sonar pretencioso o ñoño, en el corazón dos historias en dos formatos diferentes pero complementarias. Al fin he entrado en el universo de Novecento, he conocido a Olmo y a los suyos, a los  patronos, las fuerzas del orden; el nacimiento del fascismo en definitiva. Tan simple que dan ganas de vomitar. La lucha de clases, el terrateniente y los campesinos sin tierras que trabajan para él en condiciones miserables. Como la peli de Bertolucci es muy larga, voy viéndola a sorbitos, como si leyese un libro, así da tiempo a pensar. Aún me queda lo más interesante, la segunda parte. Por lo pronto estoy enamorado de la estética y de la fotografía.





Y cada vez tiene uno más ganas de que pasen estos días atareados para seguir la historia tranquilamente. Entonces reaparece Evaristo con su grupo actual cantándole a las miserias de este siglo. Que visto a su manera se puede decir que hemos evolucionado pero seguimos siendo esclavos, esclavos de curros precarios, viviendas prohibitivas y calidades miserables, de este sistema consumista. Me hace gracia como en las tertulias que ahora proliferan en la tele, los mas fachas dan caña al que toma el rol de persona de izquierdas, le dan la tabarra con eso de que tanto el fascismo como el comunismo son igual de malos, la misma mierda vamos, que el comunismo es el sistema que más muertos tiene a sus espaldas. Meten en el mismo saco a Lenin y a Pol Pot. Esta barbaridad la dice sin despeinarse, por ejemplo, el director de La Razón, me niego a citar su nombre aquí.






Más que esclavos, somos idiotas en un mundo más idiota aún.


"Un trabajo de mierda,
una casa pequeña
Un amor aplastado
por impuestos y deudas"



Una entrada muy interesante sobre la película y su contexto histórico. Novecento: una mirada histórica

Por sugerencia popular, me ha llegado otra visión más sutil del asunto. Bien visto ser más sutil que la letra de una canción del siempre contundente Evaristo no es difícil, pero la Mala lo hace con esa dulzura callejera que desliza su voz y enamora. Así cierro el círculo, constatando que ha vuelto por sus orígenes, el sonido de sus dos primeros discos, la Mala que a mi me gusta.






"A qué rendir pleitesía?
...sólo los esclavos saben
lo que vale un día de su vida,
un día de su vida..." 

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